lunes, 12 de marzo de 2012

Capitulo 2: Los nervios no descansan.

Después de estar toda la tarde de compras, estábamos agotadas. Habíamos entrado por lo menos en 10 tiendas y nos probábamos todo lo que nos gustaba. 
Cuando llegamos a mi casa, le enseñamos a mi madre todo lo que nos habíamos comprado. Andrea, para el concierto se compró una falda preciosa floreada, con tonos claros, que le llegaba por encima de las rodillas y una camisa que iba a juego; además unos botines negros con un poco de tacó que me encantaron. Cuando se probó ese conjunto, yo alucinaba, estaba guapísima. Yo, por otro lado, me compré un vestido que me iba por las rodillas, era de palabra de honor, me enamoré de ese vestido. Y de calzado, me compré unas sandalias que tienen unos lazos que se entrelazan y llegan hasta debajo de la rodilla. Según Andrea, íbamos a estar radiantes.
El fin de semana se pasó rápido, estuve con mi familia disfrutando de un sábado en la playa y el domingo me fui con mi madre a visitar a mi primo Néstor. 
Por fin era lunes, el último día de colegio, estaba deseando acabar las clases para poder irme con mi mejor amiga y mi tío a Madrid. ¡Dentro de dos días estaría con ellos y mis maletas en un tren, que se dirigía a la ciudad donde iban a dar el concierto mis cinco chicos! No podía creerlo.
- ¿Qué? ¿Nerviosa?.- me dijo Andrea mientras soltaba la primera carcajada de la semana.
- Claro, no puedo con estos nervios, me están matando.- dije con cara de tener el estómago revuelto.
- Vale, lo confieso, yo estoy igual, o casi más nerviosa que tú.
Ese día fue agradable, Andrea, Ana, Raquel y yo nos pasamos toda la mañana hablando de One Direction, como no. Por la tarde en el colegio vimos unas películas, nos entregaron las notas y todos nos fuimos contentos a casa. En cuanto entré por la puerta, llamé por teléfono a Andrea, para ver lo que se iba a llevar y lo que no, para comprobar si se iba a poner le mismo conjunto que yo, queríamos llevar el primer día lo mismo, y para que me contara las últimas novedades. Al final quedamos en que el martes, ella se venia ha dormir a mi casa y así mi tío nos recogería en coche a las dos, el día siguiente (miércoles) a las seis de la mañana. Al tener toda la información que necesitaba, comencé a prepararlo todo. Me elegí la ropa para los quince día y me la metí en la maleta junto con las cosas de aseo, mi maquillaje, mi cargador de la Black Berry, mi Black Berry , un libro, mis gafas de sol, el dinero que me había dado mi madre y, por supuesto, todo lo que tenía de One Direction, los dos libros, un montón de pósters, el CD y mi iPod lleno de todas sus canciones.
Por fin llegó el martes. Ya eran las cinco de la tarde y Andrea estaría a punto de llegar.
- Ding, dong.- Alguien llamaba a la puerta, supuse que era Andrea, tan puntual como siempre. 
- ¡Ya voy yo, mama!.- Dije gritando desde la cocina. Abrí la puerta y vi a mi mejor amiga, que llevaba puesto el conjunto que habíamos planeado y las gafas de sol. No fue difícil observar que llevaba tres maletas. No son muchas maletas, pero para quince días, son muchas maletas.
- ALBA!!!!!! Hola, ¿Qué haces?.- me preguntó quitándose las gafas de sol como si estuviéramos en una película, y, a continuación, sacudió su pelo.
- ANDREA!!!.- dije con un tono que imitaba su voz. En ese momento creo que se mosqueó.- Pues nada, miro como mi mejor amiga parece una super modelo que se va a Hollywood tres meses.
- No te burles…- dijo con una mirada desafiante.
- ¿Porqué te has puesto el conjunto ahora? No nos vamos hasta mañana…
- Es que quería que vieras como me queda, no se si voy bien.
- Andrea, estás perfecta. Anda, pasa, no te quedes en la puerta.- le ayudé a entrar las maletas a casa y las dejamos en mi habitación. Estuvimos toda la tarde con el ordenador viendo videos y fotos de One Direction y jugando al monopoly hasta la hora de cenar. Después, me duché mientras ella se lavaba los dientes y se probaba algunos conjuntos, y luego al revés. Nos pusimos el pijama y estuvimos hasta las once y media viendo la televisión con mi madre. Como estábamos cansadas nos acostamos, pero no nos dormimos, no podíamos, estábamos nerviosas. Hablamos y hablamos hasta que nos quedamos dormidas. Se acercaba la hora de emprender el viaje que, aunque no lo sabia, iba a cambiar mi vida totalmente.

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